n lo alto de los Andes bolivianos, un paisaje único emerge con la forma de un dragón que parece haber caído en un sueño eterno. Conocido como el Dragón Dormido, este conjunto de cerros, situado en la comunidad de Santiago de Okola, en el municipio de Puerto Carabuco, es un lugar donde la naturaleza y las leyendas se entrelazan para maravillar a los visitantes.

A una altura de más de 4000 metros, este coloso de piedra no solo sorprende por su silueta, sino también por las historias que guarda. Según la tradición local, el Dragón Dormido fue testigo de los amores prohibidos entre el dios Tumaru y una sirena del lago. Este mito, transmitido de generación en generación, añade un aire de misterio a este ícono natural.

Explorar el Dragón Dormido es adentrarse en un ecosistema diverso del altiplano, hogar de animales como las vizcachas, que corretean entre las rocas, y de una flora rica en especies medicinales. En sus laderas también se conservan pinturas rupestres, testimonio de culturas antiguas que veneraban este espacio como algo sagrado.

Recorrer los senderos que serpentean por la cabeza y el lomo del dragón, guiado por habitantes de la comunidad, es una experiencia inolvidable. Desde las alturas, las vistas panorámicas del lago Titicaca y los alrededores de Okola son simplemente impresionantes. Cada estación del año ofrece un espectáculo diferente: los verdes intensos y floridos de la primavera contrastan con los tonos ocres y terrosos del invierno.

El Dragón Dormido no es solo un destino para contemplar, sino un lugar para sentir la conexión con la naturaleza y las tradiciones del altiplano. Descubre este rincón mágico de Bolivia y déjate envolver por su encanto eterno.